Nuevas protestas de usuarios paralizaron hoy parte del sistema masivo de transporte público en el sur de Bogotá, donde se han desplegado numerosos policías para controlar el tumulto, el segundo registrado esta semana en la capital colombiana.

Como ya ocurrió el pasado miércoles, decenas de personas protestaron alrededor de las 06.00 hora local (11.00 GMT), hora punta, por el que consideran un pésimo servicio.

La movilización tuvo lugar en el cercano municipio de Soacha, al sur de Bogotá, donde residen miles de personas que trabajan o estudian en la capital y que hoy vieron restringida su movilidad, con importantes retrasos o directamente la paralización del servicio del sistema de autobuses Transmilenio.

Tras casi tres horas de protestas, agentes antidisturbios de la Policía llegaron al lugar, donde activaron un cañón de agua para dispersar a los manifestantes, algunos de los cuales les arrojaron piedras.

Esta es la segunda protesta que se realiza esta semana contra el sistema Transmilenio, que recientemente ha subido su tarifa del billete sencillo de 1.800 a 2.000 pesos colombianos (de 52 a 58 centavos de dólar).

El incremento ha generado un profundo malestar entre los usuarios más humildes, especialmente los que reciben el salario mínimo, fijado en 689.454 pesos (unos 201 dólares).

A esto se unen las reiteradas quejas sobre las demoras en el servicio o la escasez de autobuses.

Tras las protestas del miércoles, el alcalde de Bogotá, el economista de centro-derecha Enrique Peñalosa, aseguró que los bloqueos en Transmilenio tienen intereses políticos y anunció sanciones para las personas que alteren el orden público de la capital, una urbe de casi ocho millones de habitantes.

"Hay unos saboteadores organizados políticamente. Están cometiendo delitos, han dañado buses y están afectando la calidad de vida de muchísimos otros. Son enemigos de los ciudadanos", dijo entonces Peñalosa.

EFE